Afortunadamente de vez en cuando encontramos a buena gente que nos ayudan con las camadas de gatos que personas desaprensivas abandonan sin miramientos.
A estos dos rubitos los ha acogido Paloma; gracias a ella y a su novio los pequeñitos viven dulcemente en su hogar, en lugar de morir de frío o de desamparo en cualquier contenedor.
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